domingo, 22 de mayo de 2011

Salinas, un priísta incómodo

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» Metido en elección de Edomex

El regreso de Salinas. Para algunos de manera sorpresiva pero para otros en un escenario bastante claro, el caso fue que el ex presidente Carlos Salinas de Gortari decidió irrumpir en el debate sobre la marcha de protesta del poeta Javier Sicilia. Y lo hizo para solidarizarse con los manifestantes y aconsejarle al Gobierno de cómo negociar con las organizaciones aglutinadas alrededor del movimiento de Sicilia.

Salinas es un político de frialdades, excepto cuando las cosas tienen que ver con Ernesto Zedillo, a quien Salinas puso en la presidencia y quien encarceló a Raúl Salinas. Los recientes ataques en medios de Salinas contra Zedillo por la devaluación de diciembre de 1994 tuvieron el escenario de la designación de Zedillo como consejero del Citygroup, el banco que compró Banamex. Ahora Salinas aprovechó la marcha de protesta de Sicilia para de nuevo buscar un espacio político.

Los consejos de Salinas tienen que ver con un hecho ya inocultable: La transformación del movimiento de Sicilia en una rebelión de protesta sistémica, es decir, contra el sistema político institucional, y la alianza de fondo con el EZLN y los movimientos rupturistas: Los Atencos, el SME y algunas otras organizaciones de tipo similar. Así, la movilización de Sicilia podría ser considerada como la segunda vuelta del EZLN y sus propuestas de liquidación del viejo régimen priísta.

Salinas está en busca de un espacio político que tiene que ver con la tendencia electoral en las encuestas que beneficia el regreso del PRI a la Presidencia de la República. Los dos últimos libros del ex presidente de la República estarían en la lógica de ofrecerle al PRI un programa de gobierno coherente, ante las evidencias de que será prácticamente imposible restaurar la vieja estructura de poder del PRI. Peor aún, algunos analistas consideran no sólo nulas las posibilidades de reconfiguración del corporativismo priísta, sino que no ven las condiciones para un neocorporativismo.

En la agenda privada de Salinas también se localizan los sentimientos críticos por las declaraciones del presidente Felipe Calderón en contra de gobiernos anteriores que permitieron el auge del narcotráfico y los cárteles de la droga. Algunas fuentes adelantaron que el ex presidente daría a conocer una evaluación de los saldos de su gobierno en materia de narcotráfico, pero hasta ahora se han detenido porque darían pie a una revisión de la violencia vinculada a las bandas del tráfico de drogas. Sobre todo, el asesinato del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo en mayo de 1993 en medio de una balacera entre las bandas de los hermanos Arellano Félix y la del “Chapo” Guzmán.

De todos modos, Salinas anda en busca de oportunidades para lavar el rostro de su gobierno. Y aunque a nivel popular parecen no existir críticas demoledoras como las que en su momento acosaron al ex presidente López Portillo, de todos modos el ex presidente es muy sensible a la dinámica de la crítica en el llamado círculo rojo del periodismo.

La intención de Salinas está en su papel de factor de estabilización política dentro del PRI, donde siempre existen fermentos de grupos divisionistas que han causado derrotas electorales. Hasta ahora, Salinas sería la única figura política con capacidad para mediar entre grupos para evitar las fracturas que permitieron las derrotas presidenciales en el 2000 y el 2006. Sin embargo, y a pesar de tener mucha influencia sobre él, Salinas no ha podido contener el triunfalismo del gobernador mexiquense Enrique Peña Nieto, quien opera el PRI como si ya fuera el presidente de la república en funciones.

Sin embargo, Salinas ha comenzado a salirse de las coordenadas de interés del electorado. Casi veinte años de espacios limitados son suficientes para minar las fortalezas más sólidas, como pudiera verse en las figuras desgastadas de Cuauhtémoc Cárdenas y del propio Andrés Manuel López Obrador. A Salinas le dañó la persecución que organizó Zedillo pero también el saldo negativo de 1994, que comenzó como ciclo político en mayo de 1993 con el asesinato del cardenal Posadas y terminó con la devaluación del 20 de diciembre de 1994.

Salinas se va a convertir en tema de campaña de López Obrador y la batalla mediática comenzará en el Estado de México, donde los perredistas preparan una campaña de denuncia contra Eruviel Ávila como candidato de Peña Nieto y de Salinas. En política bastan las insinuaciones para influir en el imaginario colectivo. Por tanto y pese a su voluntad de recuperar espacios, Salinas podría estar acumulando evidencias de que carece de hilos de poder y de márgenes de maniobra.

Asimismo, Salinas podría estar conociendo las evidencias de que su papel de intermediación política podría salir sobrando porque los políticos de hoy tienen formas diferentes de actuar. El PRI ha iniciado desde hace varios años el retorno de las definiciones ideológica, históricas y programáticas que Salinas le quitó con las reformas neoliberales 1991-1993. Y a ello contribuye también que los hilos del neocorporativismo siguen estando en Los Pinos con el presidente en turno de la república.

Por tanto, los márgenes políticos de Salinas son menores y en el PRI hay quien considera que ayudaría más al partido si el ex presidente se mantiene alejado de las decisiones de poder, entre ellos los hilos de poder de las instituciones del neocorporativismo. Y el propio ex presidente también podría estar percatándose del hecho terrible del poder político en México: el poder lo ejerce quien lo tiene, no quien lo tuvo.

De ahí que Salinas esté experimentando en carne propia lo que padeció el poderosísimo presidente Luis Echeverría cuando dejó el poder: El vacío político. Hasta ahora los priístas aún no le han hecho malas caras a Salinas, pero ello no quiere decir que anhelen su regreso. La figura del ex presidente en el centro de las campañas dañaría las posibilidades electorales del tricolor.

De todos modos, Salinas va a caminar sobre una cuerda floja hasta que el propio PRI lo haga a un lado.

2.- Temas de la semana:
--Gobiernos aliancistas. Los gobernadores que ganaron sus elecciones por coaliciones antipriístas se enfilan hacia una crisis de expectativas. Pusieron muy alto la vara y ahora no la pueden saltar. Por eso es que los gobernadores de Oaxaca y Puebla hayan comenzado a deslizar ataques contra sus antecesores. Pero la sociedad tiene claro que no bastan declaraciones sino que exigen acciones concretas o dejar la demagogia a un lado.

--PAN encarrerado. Los precandidatos panistas ya están a ritmos acelerados en las campañas por la candidatura presidencial. Y aunque la lista es de siete, en el fondo la que vale es menor: Ernesto Cordero y Josefina Vázquez Mota, el primero apadrinado por el Presidente de la República y la segunda con un esfuerzo propio y su condición de mujer que es bien vista en la ciudadanía. Atrás pareció haber quedado Alonso Lujambio como pieza de recambio de Cordero.

--DF: la verdadera lucha política López Obrador-Marcelo Ebrard no se dará en la candidatura presidencial. Al menos así piensan los grupos seguidores del tabasqueño. La desesperación de Ebrard lo llevó a poner las condiciones del proceso; López Obrador le dijo que sí pero siguió su ruta de movilizaciones. La sorpresa podría ser que el tabasqueño sea primero candidato presidencial del PT y Convergencia, con lo que se anularía la intención de Ebrard competir. Pero la verdadera lucha entre los dos se está dando en la definición del candidato del PRD al Gobierno del DF. Ahí se verá quién realmente tiene el poder.

--Inseguridad: Como se esperaba, la marcha de Sicilia fue el punto anticlimático de la protesta contra la inseguridad. Muchas organizaciones que acompañaron a Sicilia no están dispuestas en convertir el movimiento en un grupo opositor impulsando una candidata presidencial independiente. El Gobierno le apuesta al síndrome de la fractura de los grupos radicales. De todos modos, los descubrimientos de fosas comunes serán escándalo por varias semanas más.

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