En lugar de desgastarse buscando reuniones con Felipe Calderón, el emergente movimiento nacional por la paz, la justicia y la seguridad debería abocarse a articular una acción social plural, combativa y de largo aliento. Antes de atender al poder y sus condiciones, habría que acercarse a los ciudadanos y sus necesidades. De otra forma, se podría perder una oportunidad histórica para transformar de raíz a nuestra dolida nación.
El sexenio de Calderón ya se encuentra en su fase terminal y el Presidente ha sido claro en que no contempla modificar ni un ápice su "estrategia" de combate al crimen organizado. Según él, tiene "la ley, la fuerza, y la razón" de su lado y simplemente no existen otras opciones de actuación. Ante su comprobada cerrazón, tiene poco sentido construir escenarios para convencerlo de que debe cambiar de rumbo o hacerlo "escuchar" a las víctimas. Y aun si por arte de magia de repente el ocupante de Los Pinos se despertara de su terquedad, simplemente no le quedaría tiempo para trazar salidas alternas a la actual emergencia nacional.
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El sexenio de Calderón ya se encuentra en su fase terminal y el Presidente ha sido claro en que no contempla modificar ni un ápice su "estrategia" de combate al crimen organizado. Según él, tiene "la ley, la fuerza, y la razón" de su lado y simplemente no existen otras opciones de actuación. Ante su comprobada cerrazón, tiene poco sentido construir escenarios para convencerlo de que debe cambiar de rumbo o hacerlo "escuchar" a las víctimas. Y aun si por arte de magia de repente el ocupante de Los Pinos se despertara de su terquedad, simplemente no le quedaría tiempo para trazar salidas alternas a la actual emergencia nacional.
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